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Zonación Poética


 

 

Afuera hay sol. / No es más que un sol /pero los hombres lo miran /y después cantan. / Yo no sé del sol. /Yo sé la melodía del ángel /y el sermón caliente /del último viento. /Sé gritar hasta el alba /cuando la muerte se posa desnuda /en mi sombra. //Yo lloro debajo de mi nombre. /Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad /bailan conmigo. /Yo oculto clavos /para escarnecer a mis sueños enfermos. //Afuera hay sol. /Yo me visto de cenizas.

 

“La jaula”, Alejandra Pizarnik

 

 

 

Qué es. A qué se parece. Por qué se ve así.

Corremos tras las cosas que la luz nos obsequia.

Con la lengua tratamos de fijar un flujo.

 

Reducimos a nuestro tamaño aquello que nos incita.

Quisiéramos hacerlo nuestro, poseerlo, integrarlo a nuestro ser.

Preferiremos eso siempre a que ande fuera de nuestro alcance.

 

Si anda lejos, nos inquieta su ser: qué es que quedamos balbuciendo.

Mejor sería asirlo, atraparlo, tenerlo a la mano: y aun así se nos escapa.

Si entendemos: es luz, fluye adonde sea, nos apaciguamos.

 

Luz: no puede estarse. Intentamos entonces ponerla sobre lienzos.

Sobre lienzos, por las paredes, en una parte de la memoria: fijarla.

Ocurre entonces, ciertas veces, pocas: también se mueve.

 

Así quedamos ante ciertos cuadros:

inevitables:

como si fuera natural.

 

Qué es eso que allí se está moviendo.

Hacia dónde puede ir dentro del cuadro.

Desde su fondo, de dónde vendría.

 

Sus líneas, sus colores, sus formas,

sus combinaciones, sus junturas extrañas, su composición

nos llevan a otra experiencia de la luz.

 

Qué es.

A qué se parece.

Por qué se ve así.

 

Un estremecimiento nos alerta, un golpe directo, sí, físico, al plexo.

Estamos ante algo cierto.

Y no sabemos o creemos saber, comparamos.

 

Como ante una nube, le otorgamos figuras: acaso asimos algo de su ser.

Ponemos significados a un enigma.

Enigma cierto: no deja de serlo con nuestras explicaciones.

 

Nube informe al fin: vela sin pensar: recíbela como es:

movimiento puro, transformaciones perpetuas, enigmas inquietantes.

En la angustia lo hizo el artista. “Yo no sé del sol.” Mira y después canta.

 

 

Gerardo Lino

Puebla, diciembre de 2014

2014

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